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¿Mofeta o cebolla?

Actualizado: 19 may 2022

Corría el año 1191 cuando Berchtold V, Duque de Zahringen, decidió talar ese bosque de

robles en una especie de península que formaba el río Aar (junto con el Po, el río más

presente en los crucigramas) para fundar una ciudad. Una ciudad a la que se le tenía que

poner nombre y para ello encomendó a los cazadores de la zona que volvieran con la

primera presa que obtuvieran, porque ese sería el nombre de la ciudad. Volvieron pronto,

con un conejo, pero a Berchtold no le gustó ese nombre y les dio una segunda

oportunidad: ahora sí, los cazadores volvieron cargados con un oso pardo y la ciudad pasó

a llamarse Berna.

Abundan los ejemplos de ciudades que deben su nombre a un animal. Tenemos Los

Gatos en California, Joutsend en Finlandia (que significa cisne) o Astakos en la costa de

Aitoloakarmania en Grecia (una ‘astakos’ es una langosta).





Y, claro, nos vienen a la cabeza nombres como Lyon. Pero no. Aunque el escudo de la

ciudad se represente con un león, el origen es distinto. El nombre proviene de una

importante deidad celta, Lugus, que los romanos adoptaron para Mercurio / Hermes.

Hablaremos algún día de Lugus y de las deidades celtas.


Tras el fiasco de Lyon nos vamos a León, en España, una ciudad, comunidad autónoma y

hasta reino, el Reino de León. Pero tampoco, el nombre de la ciudad no proviene del

felino. Resulta que en época romana se estableció ahí la Legio VII Gemina y de la palabra

Legión derivó el nombre de León.

Para encontrar al verdadero rey de la selva nos tenemos que ir hasta Singapur, cuyo

nombre proviene del malayo Singapura y a su vez del sánscrito Simha (león) Pura

(ciudad). No podemos evitar irnos hasta el Rey León, donde los protagonistas son Mufasa

(‘rey’ en swahili) y Simba (‘león’ en swahili. Es decir, que en swahili la película se llamaría

Mufasa Simba.


Otra ciudad que parece muy evidente en este sentido es Buffalo, en el estado de New

York y cerca de las cataratas del Niágara (‘trueno de agua’ en iroqués). Pues tampoco: en

Buffalo nunca ha habido bisontes. Los bisontes son americanos y los búfalos africanos,

pero no va por ahí. El tema es que los franceses le llamaban a esa zona ‘río bonito’, es

decir, ‘beau fleve’ y al parecer de ahí derivó a Buffalo por una pronunciación inexacta.






Y aún nos queda otra posibilidad en esto de las ciudades y su origen nominal: la de la

doble opción. ¿Animal o planta?, o dicho de otro modo, mofeta o cebolla? El nombre de la

ciudad en idioma algonquin era el de “Shikaakwa”, que derivó en la actual Chicago. Y

shikaakwa significa ‘mofeta rayada’ o ‘cebolla’. La verdad es que los primeros exploradores

encontraron gran cantidad de una especie de cebolla silvestre (que en realidad es un tipo

de ajo) por los lagos y arroyos de la zona; unas plantas, según ellos, apestosas, que se

llegaron a comparar con el ‘aroma’ propio de las mofetas, La teoría, pues, de la planta,

parece vencer a la del animal como origen del nombre. No es de extrañar que otro de los

motes de Chicago sea ‘The Big Onion’ en contraposición a la Gran Manzana neoyorquina.



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