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LA CABRA CURIOSA Y EL IMPERIO MUNDIAL

-Pero ¿qué os está pasando, cabras locas?

Kaldi se había quedado medio dormido en el prado y al levantar la vista vio que había solo dos de sus cabras. Fue al prado vecino y ahí estaba el resto, pero había una agitación inusual, las cabras brincaban, saltaban, corrían. Al principio pensó que habría alguna alimaña en los alrededores, acechando, pero decidió observar más a fondo.


Eso ocurría muy probablemente antes que Minjo fundara su reino en esas tierras, a finales del siglo XIV. Un reino que perduró hasta finales del siglo XIX, cuando el último soberano, Gaki Sherocho, fue capturado y maniatado con cadenas de plata elaboradas fundiendo parte de su propio tesoro, que le fue arrebatado.

Sherocho, que tenía el sobrenombre de ‘chinito’, hizo enterrar su corona en un monte durante la guerra que condujo a su final detención con la creencia que, si esa corona no caía en manos del enemigo, el reinado de Kaffa, que así se llamaba su reino, continuaría.





Pero volvamos al pastor, Kaldi, que quien sabe, quizás merodeaba por la zona donde esa corona sería enterrada (y descubierta, por cierto) algún día. El pastor observó con detenimiento unas bayas rojas que crecían en aquel prado y decidió probarlas, para ver si era esa la causa de la excitación de sus cabras. Al rato, Kaldi iba tan acelerado como las cabras y de esta guisa llegó al poblado. El imam lo vio, el pastor le contó lo sucedido y pensó que esas bayas le serían útiles para aguantar la oración nocturna, de modo que decidió prepararlas en infusión. Ahí nació el consumo del café (de Kaffa, actualmente el nombre de una región de Etiopía, la antigua Abisinia).


La historia del pastor es una leyenda, pero ‘se non è vero, è ben trovato’, mientras que el tema del reino de Kaffa, la corona enterrada y las cadenas de plata son historia verídica.


A partir de aquí todo se extiende. A los esclavos capturados en Sudán los enviaban al Yemen y a Arabia a través del puerto más importante e la época, Moca, y esos esclavos consumían la cereza del café, la parte carnosa, como estimulante. De hecho, en el Yemen se alentaba el consumo del café e incluso los árabes prohibieron la exportación de granos fértiles. A pesar de la prohibición, los holandeses consiguieron llevarse algunos (corría el año 1616) y los cultivaron en su tierra en invernaderos. Y ellos mismos se encargaron de llevar el café a la India y a Batavia, en la isla de Java, actualmente Indonesia.


Fueron los hábiles comerciantes venecianos los que lograron introducir el café en Europa en el siglo XVII y eso coincidió con la llegada por una parte del chocolate desde América y del te desde Asia. Se creaban las condiciones ideales para abrir una cafetería. El primer establecimiento de café fue el Caffè Florian de la Plaza de San Marcos en Venecia, abierto hoy en día al público.


Y siguió viajando el café. Gabriel Mathieu de Clieu, oficial de la marina francesa destinado en la isla de la Martinica, consiguió adquirir un cafeto en Paria. Y de vuelta a Martinica, colocó la planta en su barco en una urna de cristal en cubierta para mantenerlo caliente y a salvo del agua salada. Pero al barco lo persiguieron unos piratas tunecinos, después una terrible tormenta casi causa el naufragio y tuvieron que amarrar la planta. Más adelante, un tripulante envidioso quiso sabotear la planta, pero la consiguió salvar aun perdiendo una rama. Y al cabo de unos días, la falta de viento obligó incluso a racionar el agua potable, pero el oficial utilizó gran parte de su ración para el cafeto.


Lo consiguió, sobrevivieron él y el cafeto, que fue plantado en Preebear, Martinica, rodeado por una red de espino y varios esclavos a su cuidado. Al cabo de 50 años había 18 millones de cafetos en Martinica.


Los holandeses, otra vez los holandeses, lo llevaron a Surinam primero y a la Guayana francesa después para a partir de aquí expandirse por buena parte del continente. Fueron los ingleses quienes introdujeron el café en Jamaica, donde se cultiva la preciada variedad Blue Mountain.


Y unas cabras curiosas nos llevan a un producto básico a nivel mundial, que se comercia en los principales mercados de materias primas.

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