Extractos, esencias y principios activos de las plantas están presentes habitualmente en la industria química, cosmética y farmacéutica, no es ningún secreto, como tampoco lo es que el mundo vegetal se ha utilizado a lo largo de la historia como medicamento.
En el caso de la planta que nos ocupa, se utilizaba principalmente para problemas digestivos y en la actualidad se utiliza como colorante para tejidos, como insecticida y todavía como medicamento. Hasta en avicultura se utiliza para que la yema de los huevos aumente su coloración. Pero la flor del cempasúchil adquiere un protagonismo especial el Día de Muertos en México.
Su complicado nombre procede del náhuatl “cempohualxochitl”, que significa “veinte flores” o “varias flores” o incluso “veinte pétalos” según la versión. El secreto del éxito radica en que originariamente se identificaba el color amarillo de la flor, cuyo tallo llega a medir un metro, con el sol. A partir de aquí, se utiliza en las ofrendas dedicadas a los muertos.
Lo que realmente marca la tradición es que de la flor del cempasúchil se hagan caminos que van a guiar a las almas desde el camino principal hasta el altar de la casa que se prepara para la ocasión el Día de Muertos con la finalidad de ayudar a la persona fallecida a llegar hasta uno de los cuatro paraísos.
La flor no solo es espectacular en su colorido, sino que sus aceites esenciales le proporcionan un aroma muy intenso y característico. Un olor que se entremezcla con el de los distintos platos tradicionales mexicanos que también se preparan durante esta festividad. Por esas fechas, todos los mexicanos huelen a cempasúchil.